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Paseando por una via que llevaba al fin del mundo...

Una escapada relampago para descubrir un camino que es mas casa de lo que pensaba. He conocido durante 3 dias en Portugal una tierra en la que pueden convivir suertes de Tarifa y Marbella en pocos kilometros... como puede pasar aqui. Compartimos mucho, creo.

Praia Mareta, Parroquia de Sagres

Tiene el encanto de lo precario, de viaje romantico buscando rincones en los que te encuentras solo si quieres. Tiene una luz impresionante, es tierra de viento, que puede ser seco o humedo, segun hora y longitud en la que te encuentres, tiene un sabor rotundo, humilde, de cocina de pobres, autentica como el pulpo (polvo) en todas sus formas que comimos en Santa Lucia, una pedania de Tavira. Es tierra de mar frio, de ese Oceano que no recibe facil, ya sea en playas solitarias (Mareta queda sobre todas) o sorteando gente entre las formas rocosas de Praia da Rocha.

Si tienes la valentía de aguantar un camino largo, encontraras la recompensa en forma de cabo, de fuerte blanco renacentista, de viento que empapa. Encontrarás el Cabo de San Vicente. Un cabo en el que, si quieres, se detiene el tiempo por un instante, es un momento de ocaso en el que puedes pensar, puedes reciclar, recapacitar sobre como llegaste a él y como quieres volver.

Hay atardeceres que se van de tu vista pero quedan grabados en algun lugar de la mente reservado para el rojo, ESE rojo... como el del templo de Debod en Madrid, Mirador de San Nicolás en Granada, Cabo Formentor en Mallorca, y desde ahora Cabo San Vicente.

Un lugar al que volveré.